La Comunidad Educativa de Amor de Dios ha querido participar hoy en nuestra iglesia San Juan Bautista, en esta celebración ante la Cruz de Lampedusa, Cruz que nos interpela en nuestro trabajo diario y ante la que queremos agradecer todo lo positivo y bueno que nos aporta la interculturalidad y la diversidad, queremos agradecer el enriquecimiento que supone contar en nuestra Familia con alumnado procedente de diversos países y de realidades personales y socioculturales diversas lo que nos aporta en la práctica diaria una posibilidad de apertura de corazón y de mente al mundo. Para ello vamos a dar tres testimonios: de un profesor, una madre y un alumno.
Como educadores Amor de Dios queremos formar personas que sepan actuar como el buen samaritano abiertas y despiertas a las necesidades del mundo con una capacidad de acogida y respuesta en favor de los hermanos-as. Queremos agradecer a Dios la oportunidad de evolución y crecimiento que la diversidad de nuestro centro nos facilita. Agradecer la oportunidad de formar niños y niñas en el presente para ser hombres y mujeres del futuro que sepan ver en cada ser humano el rostro de Dios mismo, capaces de luchar por un mundo más justo y fraterno, personas respetuosas y conocedoras de culturas y realidades que van más allá de la propia.
Como madre de familia doy gracias a Dios por todo el aprendizaje de convivencia entre iguales que viven mis hijos en el colegio, aprendizaje que les está formando para ser ciudadanos-as preparados para integrarse en un mundo personal y profesional multicolor, formándose para sumar y ejercer en hechos una verdadera práctica democrática: saber convivir con todo tipo de personas, en definitiva saber ver el valor en cada persona.
Como alumno del colegio Amor de Dios, represento a mis compañeros y compañeras y quiero dar gracias en nombre de todos y todas por tener la oportunidad de conocer a muchas personas de las que aprender y con las que compartir camino. Gracias de corazón por todas las personas de clase, de nuestro cole, a través de las cuales conocemos otras realidades, costumbres y modos de pensar y aprendemos a respetar y a comprobar que somos iguales, a entender que el valor de las personas va mucho más allá de las fronteras, del color de la piel, del lugar en el que naces. Entendemos que nuestra actitud abierta aunque pequeña es importante porque siembra con hechos diarios Justicia y Paz en nuestro entorno y por extensión en el mundo.