PARÁBOLAS DE JESÚS: EL SEMBRADOR. Reflexión quinta.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del Evangelio según san Mc 14, 1-20: “Continuó Jesús diciéndoles: - La parte sembrada entre cardos, son los que escuchan la Palabra pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y el afán por todo lo demás los invade y ahogan la palabra, y queda sin fruto”.
Jesús nos señala que siembra también su palabra entre cardos que sabemos pinchan y hacen daño, pero, ¿quiénes son esos cardos?
· Los que sólo están preocupados por las cosas de esta vida y se olvidan siempre de las del cielo.
· Los que están seducidos por las riquezas haciéndose esclavos de las mismas.
· Los que se afanan por otras muchas más cosas que no son necesarias.
¿Qué les pasa entonces a éstos cuando reciben la semilla?
· Que la Palabra de Jesús que nos enseña que nuestra vida no se acaba aquí, que es para siempre, la ahogan y no la dejan vivir.
· Que cuando el Señor nos habla de hacer un uso responsable de las riquezas y una distribución justa, no actúan en consecuencia, sino sólo por egoísmo, pensando en ellos.
· Que la atención a los demás, el ser buenos samaritanos con el prójimo, no lo tienen en cuenta.
¿Por qué Jesús sigue sembrando entonces entre estos cardos? Precisamente porque Él es el Buen Samaritano que los ama y atiende y quiere que lleguen, en algún momento de su vida, a ser semilla buena. Jesús siempre siembra y en todas las clases de personas. Quizá antes o después comience su corazón a volverse blando y receptivo, pues ninguna semilla de Dios se pierde, antes o después dará su fruto.
Oración: Haz de nosotros un terreno fértil, Señor, para recibir en lo profundo, la semilla de tu evangelio. Para esperar cada mañana el agua fecunda de tu palabra. Para confiar en tu cuidado y aceptar las podas de nuestras malezas. Para dejar brotar en nuestra vida, con nueva fuerza, actitudes de personas nuevas. Para crecer con perseverancia en la misión que tú nos muestres. Para dar frutos que alimenten la vida y el camino de otros, como nos diste ejemplo. Queremos ser terreno fértil, acepta nuestra pobre tierra y abónala con tu presencia cada jornada de nuestra vida.