En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del Evangelio
según san Lucas 18, 1-8: “El juez se negó durante algún tiempo, pero después se
dijo: -Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, es tanto lo que esta viuda me
importuna e insiste, que le haré justicia para que deje de molestarme de una
vez”.¿QUÉ NOS SIGUE ENSEÑANDO JESÚS HOY SOBRE LA PARÁBOLA?
* Que ante la insistencia de la mujer pidiendo justicia, el juez decide atenderla y hacérsela.
* Que el motivo de este juez no fue practicar la justicia, sino el propio interés: que esta mujer dejase de importunarlo con su continua petición.
* Que la viuda obtuvo lo que quería por su constancia, no porque el juez fuera justo.
* Que igual de perseverantes debemos de ser en nuestra oración.
REFLEXIÓN. ¿A quién
creéis que desea resaltar Jesús en esta parábola: ¿al juez, a la mujer, a los
dos? (Breve pausa. Pueden expresar su opinión).
En principio, la mujer es la que tiene una gran necesidad y un gran
problema, pues le ha salido un enemigo y no tiene esposo que la defienda; su
situación es de inferioridad, de debilidad, de indefensión. Por tanto, ella es
la que se ve obligada a buscar la solución, a pedir una y otra vez justicia y
ayuda a la persona indicada, sea como ésta sea. Algo parecido nos pasa a todos
los seres humanos, a cada uno de nosotros, pues, desde el principio de nuestra
vida hasta el final, siempre tenemos alguna necesidad o debilidad o carencia de
algo vital que ni nosotros ni los
nuestros o los que tenemos a nuestro
alrededor nos son suficientes para
resolverlos. Siempre hay un algo que nos supera. La persona indicada sería
entonces la que está por encima de todo: Dios. Por eso Jesús nos recomienda que
siempre, siempre acudamos a él desde pequeñitos hasta mayores. Pues siempre
estaremos necesitados de entender qué es la vida, el bien o el mal, lo que
acaba y lo que no tiene fin, el dolor y la alegría, la amistad o los problemas
de convivencia y de ir conociéndonos a nosotros, a los demás y al Señor. Para todo esto necesitamos
siempre, además de la ayuda de las personas, la de Dios Padre. Vamos a
pedírsela a continuación.
Oración. Señor, hoy
estamos reflexionando sobre la constancia de una mujer buscando ayuda. Nosotros
también sabemos que no nos bastamos a nosotros mismos, que tenemos nuestros
interrogantes y nuestros huecos vacíos que deben ser llenados. Por eso, ante
ti, queremos hacer un breve silencio para ver, primero, de qué tenemos más
necesidad (Breve pausa); y segundo, rogarte que seas tú el que estés siempre a
nuestro lado, como nuestro ser más querido, para que darnos lo que más bien
vaya a hacernos en cada momento de nuestra vida. Te lo pedimos con sencillez,
confianza y de todo corazón. Amén.