EL TESORO ESCONDIDO. Segunda reflexión-oración
En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del santo
Evangelio según san Mateo 13, 44: “El reino de los cielos es
como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió
a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese
campo”.
El
“campo” es la vida, la Palabra de Dios, los sacramentos, la
Iglesia, la oración, la entrega a los demás, el trabajo, la fiesta, el
descanso...
Ayer reflexionamos sobre
Jesús como el único tesoro que merece la pena buscar porque permanece para
siempre. Hoy, nos acercamos a buscarlo
en el campo de la tierra donde él permaneció cuando vivió:
1.
Estuvo en la vida humana: de las mujeres
y hombres, de los pobres y ricos, de los enfermos y sanos, de los judíos,
romanos o sirio-fenicios; de los sabios e ignorantes, de los pecadores y de los
que se creían justos; de los que creían en él y de los que lo rechazaron, de
los discípulos que lo seguían y de los que tenían otra religión…Ahí estuvo y está Jesús, el tesoro
escondido que no pasa, acogiendo a todos y escondido en todos.
2.
Estuvo presente en las diversas necesidades
y acontecimientos humanos: de enfermedad curando, de alimento realizando la
multiplicación de panes y peces; de miedos: calmando la tempestad,
devolviendo la vida; de fiestas en las bodas, en la Pascua… Ahí estuvo y está Jesús, el tesoro
escondido que no pasa, en la entrega a los demás. (Pausa para pensar si
nosotros buscaríamos a Jesús en cualquier persona y en su entrega a ellas, por
ejemplo:
o
En los
africanos o asiáticos o americanos o de
Oceanía o de cualquier parte de Europa sin discriminación, pues sabemos que Jesús está y actúa en ellos
sean de la raza que sean y de la calidad social de vida que tengan. (Breve
pausa).
o
O ¿buscaríamos a Jesús en los enfermos,
en los ancianos, en los deficientes, en los que no son normales para darle un
poco de cariño y de atención? (Breve pausa).
o
¿Creeríamos que Jesús está entre los que
tienen otra religión, los que lo siguen o los que lo rechazan? ¿Los
respetaríamos? (Breve pausa).
o
¿Lo buscaríamos también entre los que no
saben nada o los que se creen mucho; los que intentan hacer el bien y los que
parece que sólo buscan hacer daño? (Breve pausa).
Aunque nos parezca
increíble, Jesús, ¡el gran tesoro! está en todos, porque todos somos criaturas
suyas. Por eso no debemos despreciar a nadie, porque entonces perderíamos parte
del tesoro, aunque sí es verdad que nos es más fácil descubrirlo en los que
queremos y nos ayudan. Pero Jesús nos recomienda amar y orar por todos.
Por eso, para buscar en
este momento a cualquier persona pensando que en ella está encerrado el tesoro Jesús, vamos a enviarle nuestro amor y amistad con
la oración del Padrenuestro y el Ave María para que todos sean felices a lo
largo de este día. (Rezamos).