PARÁBOLAS DE
JESÚS: EL BUEN SAMARITANO. Reflexión quinta.
En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del
santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37: “Al día siguiente, sacó dos denarios
y se los dio al posadero, diciendo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo
pagaré cuando vuelva”.
Jesús nos sigue
enseñando varias cosas importantísimas
en este final de la parábola:
·
Primera,
que él corre con todos los gastos del herido antes de marcharse de la tierra y volver a su hogar
del cielo, pues es el buen samaritano. Además pone en nuestro corazón todo el
bien que debamos hacer a los demás para ser buenos samaritanos como lo fue él.
·
Segunda,
que cuando vuelva a lo largo de nuestra vida, y al final de la misma, nos
recompensará el esfuerzo de haber sido buenos samaritanos con tantos heridos y
necesitados de este mundo como tenemos a nuestro lado.
·
Tercera,
que debemos entender que si él fue
el buen samaritano, todos los cristianos debemos serlo igualmente.
Reflexión. Pero
Jesús, no sólo fue buen samaritano, sino que también fue asaltado, maltratado,
herido y matado, pero resucitó porque su vida no tiene fin. No obstante, no se
desentendió de nosotros, siguió y sigue siendo buen samaritano acercándose a
nuestro lado para ver lo que nos ocurre y curarnos con su amor y
compasión. Ahora y siempre podemos
contar con Él que ya ha pagado y seguirá pagando gratuitamente por todo lo que
necesitemos cada uno de los seres humanos, sin distinción.
Oración de
acción de gracias. Recordamos las veces que Jesús nos ha curado y liberado del
mal y le damos gracias. (Breve silencio).
Gracias, Jesús,
por el regalo de comunicarnos a través de esta parábola, cómo eres y cómo
quieres que seamos. Todos: gracias, Señor.
Gracias porque
nos transmites confianza con un amor y generosidad que no pide nada a cambio
pues sólo buscas nuestra felicidad. Todos: gracias, Señor.
Gracias porque
cuando aceptamos tu amor y curación quedamos llenos de un bien y felicidad que
contagia y deseamos compartir con los demás. Todos: gracias, Señor.
Gracias, Jesús,
por la posibilidad de parecernos a ti, no sólo
como buenos samaritanos para ayudar a los demás, sino también como
personas que podemos ser heridas, como lo fuiste tú, pero que sabremos también
perdonar. Todos: gracias, Señor.