PARÁBOLAS DE
JESÚS: EL BANQUETE DE BODAS. Reflexión tercera
En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del
santo Evangelio según san Lucas 14, 16-24: “Regresó el siervo y se lo contó a
su señor. Entonces, el dueño de la casa, airado, dijo a su siervo: -Sal en
seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y
lisiados, a ciegos y cojos. Dijo el siervo: -Señor, se ha hecho lo que
mandaste, y todavía hay sitio”.
¿Cómo reacciona el Rey después que el siervo le
cuenta cómo todos han rechazado su invitación y qué ocurrió con los nuevos
invitados?
© El Rey se enoja con los que lo rechazan, pero sigue
invitando.
© Convoca al
banquete a los que se encuentren en las plazas y calles de la ciudad
mencionando, sobre todo, a los que están enfermos y a los que no tienen dinero.
© Todos estos
invitados aceptan y aún hay sitio para más en el banquete.
Reflexión. Las
disculpas puestas por los primeros invitados para no asistir a la boda no
convencen al Rey, pero éste no se desanima y sigue con su plan de invitar, y ahora lo hace a los pobres y enfermos de la
ciudad. Éstos sí que aceptan todos. ¿Por qué será? ¿Sólo por amor y
consideración al Rey o por necesidad? ¿Por qué los anteriores que tenían campos
y animales y podían trabajar y los otros que estaban en edad de casarse no lo
hacen? Sólo Dios conoce el interior de cada uno, pero es fácil comprender que
cuando uno tiene más necesidades y problemas, acude más al Señor y a los demás
que cuando se es joven, se vale por sí
mismo y tiene más medios a su alcance. En el fondo de nuestro interior
predomina bastante más el egoísmo y la prepotencia que la fe confiada y el
razonamiento lógico de que lo nuestro, lo humano, dura un tiempo; después, o
Dios y la salvación en su Hijo Jesús, o
la propia nada. El Padre no dejará nunca, mientras vivamos, de pasarnos su
invitación. ¿La aceptaremos?
Oración. Señor,
en este día y ante esta reflexión que nos hace la presente parábola contada por
tu mismo Hijo , sólo nos sale pedirte que deseemos, como María, que Jesús pueda
vivir en nuestro interior y en medio de
todas nuestras cosas de cada día. Que sepamos distinguir cómo hay muchos
servidores tuyos que nos pasan las invitaciones más bellas que no deberíamos
rechazar nunca porque nos llegan a través de las personas que quieren para
nosotros lo mejor en lo material, en lo intelectual y en la espiritual.
¡Gracias por tantas invitaciones diarias! ¡Que sepamos acogerlas y vivirlas!