PARÁBOLAS DE JESÚS: CIEGO,
GUÍA DE CIEGOS. Reflexión primera.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del Evangelio
según san Lucas 6, 39-42: “En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una
parábola: -¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el
pozo?
Jesús comienza esta Parábola con dos preguntas que indican
dos realidades:
·
Una. Que en nuestra
vida no todo es luminoso; hay zonas o aspectos en los que predomina la
oscuridad y por lo mismo tenemos que caminar a tientas y pidiendo ayuda.
·
Dos. Sin embargo,
el Señor comprueba que todos queremos guiar a los demás o enseñarles. Por eso
nos advierte que esto nos puede hacer caer en una nueva ceguera: la que nos
conduce a un pozo del que nos será más difícil salir.
Zonas en las que nos hace falta luz:
·
Sólo vemos o somos dueños del tiempo
presente, no del tiempo futuro. Por eso debemos aprovechar la luz del hoy, que
será la que nos ayudará al mañana y confiar en Quien conoce nuestro futuro.
·
Nuestra vida no sólo nos pertenece a
nosotros y a nuestra familia, porque entonces le daríamos la duración que
quisiéramos y la salud que deseáramos y el destino que gustásemos, pero no
somos dueños de todos los aspectos que anhelamos. Alguien controla nuestro
destino, completa el verdadero enfoque de luz que nos hace falta.
·
Desearíamos tener una gran seguridad y
luminosidad en nuestras relaciones personales familiares, de amistad, de
estudio y compañerismo, pero también experimentamos en las mismas una parte que
en muchos momentos parece se apaga, pierde luz. Debemos de contar con el Amigo
que nunca falla y su luz no tiene fin.
Comentamos: ¿Creemos ver totalmente o
necesitamos que nos orienten? ¿En qué aspectos principalmente? ¿Nos sentimos
capaces ahora de guiar a los demás con el peligro de tropezar unos y otros?
Oración. Hoy, Señor, nos ayudas a comprender un poco mejor,
que poco a poco vamos iniciando nuestra formación humana, intelectual, de fe y
de convivencia en nuestro diario caminar; pero también, a la vez,
experimentamos que aún nos quedan muchas cosas por aprender y otras muchas que nunca estarán al alcance
de nuestra mano porque dependen sólo de ti. Danos esa humildad y confianza
capaz de aceptar que una parte de nuestra vida sólo estará más iluminada si
caminamos a tu lado. Enséñanos a no creernos capaces de dirigir el pequeño
mundo en el que nos movemos, sino a amarlo y a ayudarlo en lo que podamos. Te
lo pedimos poniendo como intercesora a tu madre, María.