PARÁBOLAS DE
JESÚS: LAS DIEZ JÓVENES LLEVANDO SUS LÁMPARAS. Reflexión primera.
En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del Evangelio según san Mateo 25, 1-13: “Entonces
el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que salieron con su
lámpara a recibir al novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes.
N
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uevamente Jesús
nos va a dar una idea de lo que es el Reino de Dios a través de una parábola
inspirada en la celebración de una boda
judía de la época. No se va a detener en la invitación previa ni en la
celebración del banquete o del traje que hay que llevar, que ya nos lo contó en
otra parábola. Se va a fijar solamente en lo siguiente:
· Que era costumbre
que diez jóvenes, situadas en dos filas,
acompañaran a la novia con sus lámparas (No había luz eléctrica en aquella
época) para recibir al novio cuando llegase a celebrar la boda.
·
Que era condición
imprescindible tener luz en la lámpara para verlo y acogerlo cuando hiciese su
aparición, pues la fiesta, que ya había comenzado durante el día, se prolongaba
durante la noche.
·
Que no se sabía
exactamente cuándo iba a llegar el esposo.
· Que no todas las
jóvenes a veces eran responsables y cumplían los requisitos del recibimiento
para poder participar luego en el banquete con su luz propia.
Sí, podremos
decir, Jesús contó esto entonces cuando él vivió y con imágenes de su época
pero, nosotros hoy ¿cómo podremos
entenderlo? Pues casi igual, ya que cada persona cuando nace queda invitada al
banquete del Reino de los cielos, es decir,
a vivir su vida ya en este mundo con sentido de fiesta y alegría; por eso recibe una lámpara con
aceite para tener luz propia siempre y
poder esperar con ilusión y luminosidad esos momentos en los que el Señor llega
para celebrar la fiesta con cada uno de nosotros. Lo importante es tener
nuestra lámpara encendida y así lo veremos.
¿Cómo?
Si ahora, por
ejemplo, estáis escuchando con interés estas palabras de Jesús, ya tenéis la
luz encendida. Si luego continuáis con alegría esta jornada de trabajo escolar,
seguís permaneciendo en la luz. Si más tarde sois cariñosos con vuestros padres
y hermanos y sabéis dar gracias por la comida tan buena que hace vuestra madre
y reconocéis el trabajo de vuestro padre y dialogáis con ellos y le contáis
cómo fue el día, vuestra lámpara no se apaga
y os encontraréis con mucha alegría y paz en vuestro interior.
Vamos pues a
pensar que somos niños o adolescentes sensatos, que siempre somos felices con
nuestra luz propia encendida, ya que no nos valdría solamente ver que los demás lo son, no, tenemos que
serlo nosotros también. Le pedimos a la Virgen que nos ayude en este día a
tener nuestra lámpara preparada como ella la tuvo siempre a pesar de sus
dificultades. Rezamos el Ave María.