PARÁBOLAS DE
JESÚS: EL BUEN SAMARITANO. Reflexión sexta.
En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del
santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37: “¿Quién de estos tres te parece que
fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? Él dijo: -El que practicó
la misericordia con él. Jesús le dijo: -Vete y haz tú lo mismo”.
Si volvemos al
principio de esta parábola recordaremos cómo el doctor de la Ley le hizo a
Jesús dos preguntas: qué tenía que hacer para heredar la vida eterna y quién
era su prójimo. Al final, después de lo contado por Jesús, él mismo contesta
a sus dos interrogantes, pues la
preocupación que tenía no era la de amar a Dios sino la de a quién querría Dios
que amara para así quedar tranquilo. Pues bien, Jesús le enseñó que:
- · La condición de prójimo no depende de la raza, del parentesco, de la simpatía, de la cercanía o de la religión.
- · La humanidad no está dividida en prójimo y no prójimo.
- · Para que sepamos quién es nuestro prójimo, esto sólo depende de que lleguemos, veamos, nos movamos a compasión y nos acerquemos. Si nos aproximamos y nos acercamos, el otro será nuestro prójimo. La proximidad pues depende de cada uno y no del otro, que no podía ni moverse.
- · El doctor pregunta ¿quién es mi prójimo? Jesús pregunta ¿quién fue prójimo del hombre asaltado? Son dos visiones diferentes: el doctor pregunta desde sí y Jesús pregunta desde las necesidades del otro. LA DIFERENCIA ES MUY NOTABLE.
- · Y nosotros ¿qué diríamos si nos preguntasen quién es nuestro prójimo LO HARÍAMOS PENSANDO EN NOSOTROS O EN LOS DEMÁS COMO JESÚS?
Oración. Al
final, Señor, tenemos que reconocer que el AMOR más grande y desinteresado
solamente es el tuyo, pues es el único que piensa en los demás tal como son y
están; sin distinción de ninguna clase porque has venido para todos y nos
tienes a todos en tu corazón y nos reservas la felicidad que tanto deseamos.
Gracias, Jesús y ayúdanos a parecernos un poco a ti. Amén.